En cuanto a lo gastronómico, EXCELENTE.
Le entramos al frango (pollo), a la picanha (carne de vaca, puntualmente cuadril, para los que no la conocen), pero, en firme a los pescados y mariscos.
Por lo trascendente, sólo les vamos a contar lo acontecido el sabado próximo pasado.
Nos fuimos a Joao Fernandinho - la playa que se encuentra a continuación de Joao Fernandes -. De pronto, un joven, Rafael, nos aseguró que no nos olvidaríamos de él si nos sometiamos a su experiencia como "cocinero de playa". No le costó mucho convencernos.
Ni bien le dijimos que sí, buscó unas patas de ranas, un snorkel y una bolsa de plastico y se metió al agua. Al rato estaba sacando langostas de una trampa que tenía a unos veinte metros de la playa. Cuando volvió, las llevó a una madera colocada sobre un bote donde, además, nos mostró las ostras que nos prepararía durante el día.
Por lo pronto, abrió algunas para que despuntaramos el vicio, caipirinha mediante.
También metió un peixe (pescado), junto a las dos primeras langostas, a la parrilla.
Bueno, vean cuando se nos terminaron las ostras que nos esperaba - langostas con papas asadas a la parrilla -. Quedamos realmente satisfechos y, por cierto, gratificados por la habilidad de Rafael. Pero la cosa no quedaría allí, a la tardecita - cinco de la tarde aproximadamente -, se nos apareció con unas ostras gratinadas con queso parmesano y salsa criolla - tomate, pimiento y cebolla cortada muy chica -. Se hacía la noche, cuando nos aprestamos a irnos para la posada. No pudimos, Rafael insistió que nos quedaramos; mejillones y pulpo a la plancha con cebolla tomate y pimiento, eran las razones. No pudimos decir que no.
Ese fue un gran día. No olviden, encuentran a Rafael en la playa Joan Fernandinho, Buzios, Brasil.
Como de costumbre, tratamos de ponderar lo gastronómico de cada lugar que visitamos.
En Nassau, Bahamas, encontramos buenos lugares para "engordar". Tanto como para dar referencias, recomendamos "Matisse" y "Luciano de Chicago" - ambos en el down town - dos restaurantes que se destacaron sobremanera. Muy buenas pastas con muy buenos vinos importados - tomamos un italianito que se dejó -, y muy, pero muy, buenos y abundantes mariscos.
No obstante ello, no podemos dejar de comentar algo extraño; es la primera vez que comemos al paquete. Si, al paquete. Nos metimos en un modesto restaurant de playa y pedimos lo que se ve, "frutos de mar al paquete". Incluye todo tipo de bichos, incluida la langosta característica del lugar, con papas, cebolla, tomate y, se notaba, abundante cantidad de especies. Opinión: EXQUISITO Y, por lo demás, EXTREMADAMENTE BARATO.-
No hay que soslayar nada.-
HISTORIA DEL BRINDIS.-
Según el diccionario de la Real Academia Española el término brindis significa: (Del aleman "bring dir's", yo te lo ofrezco).
1. Acción de brindar con vino o licor.
2. Palabras que se dicen al brindar.
El origen del término se remonta al siglo XVI, y tiene como motivo la celebración de una victoria del ejército de Carlos V sobre su oponente.
Según relatan los historiadores, el lunes 6 de Mayo de 1.527, las tropas de Carlos V toman de forma victoriosa Roma y la saquean. El saqueo fue algo imprevisto. Lactancio, caballero mancebo de la corte del Emperador, convencerá a su interlocutor, el Arcediano del Viso, testigo del saqueo, de que el Emperador ninguna culpa tuvo en ello y de cómo Dios lo permitió por el bien de la cristiandad.
Con motivo de tal victoria, cuenta la historia, que los mandos militares llenaron sus copas de vino, las alzaron al frente y dijeron la frase anteriormente citada: "bring dir's", yo te lo ofrezco. Este hecho, ha dado lugar a la tradición de brindar cuando se celebra algo.
Pero como en todas las historias, hay otras versiones que adelantan mucho más, en el tiempo, los orígenes de los brindis.
Estos lo sitúan en tiempos de los griegos, y tiene que ver con la muestra de confianza que el anfitrión ofrecía a sus invitados. En los grandes banquetes y convites que los más pudientes organizaban para su deleite o en honor de alguien, los criados servían en las copas a todos los invitados y el anfitrión alzaba su copa y tomaba un trago, como señal de que aquella bebida era buena y no tenía veneno alguno. Por aquel entonces, la mejor forma de eliminar a los enemigos era envevenar la bebida.
En todo brindis se plantea la cuestión sobre chocar o no las copas. Aunque es suficiente con hacer el gesto hacia el resto de los comensales, alzando levemente la copa, hay muchas veces que nos gusta el choque de nuestras copas con la de los vecinos de mesa. Lo más correcto es no hacerlo.
Pero chocar las copas también tiene su origen. Uno de los más avalados por la historia, es que el choque de las copas tenía la función de "salpicar" y mezclar el contenido de ambas copas, sobre todo entre los monarcas y los nobles, que utilizaban estos métodos para eliminar rivales, para demostrar que no se ofrecía ningún tipo de bebida envenenada. Así, si cualquiera de ambas bebidas contenía veneno, este quedaría repartido en ambas copas. Como vemos, entra de nuevo en juego una cuestión de confianza y muestra de amistad en el rito de chocar las copas.
Otra de las versiones, indica como origen las sociedades romana y griega, donde eran habituales los grandes banquetes y fiestas. Era tal la magnitud de aquellas fiestas, que los comensales solían levantar y golpear sus copas para llamar la atención de los sirvientes y para que les sirvieran de nuevo más bebida.
Esta costumbre pasó al brindis, con que se golpeaban las copas para llamar la atención del resto de comensales para hacer el brindis.
Es costumbre también a la hora de brindar decir alguna palabra o expresión como salud, cheers, proischt, saude, salute, santé, etc.
HISTORIA DE LA ASOCIACIÓN "LOS ENEMIGOS DE LA VACA".-
Corrían los primeros años de la década del 90, cuando un grupo de amigos, residentes en San Antonio de Padua, Partido de Merlo, Provincia de Buenos Aires, República Argentina, al finalizar un torneo de "paddle tennis", decidieron organizar un asado.
Por cierto, como verán, el asado resultaría inolvidable.
Fue durante los postres cuando alguien formuló una pregunta: ¿Qué pasaría si, tal como está sucediendo, las vacas, que son aproximadamente cincuenta y dos millones, se siguen reproduciendo más rápido que el crecimiento de la sociedad argentina que, a la fecha, no supera los veintisiete millones de habitantes?
Muchas fueron las respuestas, advirtiéndose que el consumo de vino se hacía notar.
Así, otro reflexionó ¡Ustedes hablan de las vacas y nada dicen de los corderos, los cabritos, los lechones, los pollos, los pavos, y todo lo que anda por ahi! ¡El problema será mucho más grave, y mucho antes, de lo que Uds. vaticinan!
¡Atención viejo, y los peces, los mariscos, todo lo del mar! espetó otro.
¡Estamos en peligro, lo único que queda es comerlos! dijo el que, quizás, menos había hablado hasta el momento.
De allí, hasta la propuesta y acuerdo de organizarse y acometer la tarea, pasaron escasos minutos.
¡Debemos empezar cuanto antes! dijo uno.
¡Mañana sabado! contestó otro.
Bien, he allí, aunque cueste creerlo, el evento que excitó la conformación de la Asociación "Los enemigos de la vaca", denominación que fue asignada porque la primer tarea fue "dar cuenta" de un costillar vacuno.